Os voy a confesar una
cosa, y es que una vez a la semana exploto.
A veces lo hago en
silencio, y tengo que reprimirme las ganas de llorar mientras tomo nota en una
reunión de trabajo. Otras veces lo hago en casa, y le grito a mi marido por
algo sin ninguna importancia. En el peor de los casos exploto en público, y
monto una discusión increíble en medio de una fiesta por algo que ni siquiera
estoy segura de si tengo razón.
No puedo evitarlo, soy
una mujer explosiva y necesito desechar la mierda que me carcome por dentro.
¿Pero qué mierda puede
acumular una tía tan normal y corriente con cero problemas reales como tú?, te
preguntarás. Pues bien, voy a hacerte una lista de las cosas que se me pegan al
alma y que me hacen explotar.
¿Por qué? Porque me
gusta hacer listas, y porque quiero que pienses cinco minutos si alguna vez le
has hecho esto a alguien.
1. Cuando me dan una
opinión que no he pedido.
Sobre todo, porque
suelen darme opiniones negativas sobre cosas que claramente me gustan. Es raro
que alguien venga y te diga: "te voy a ser sincero, creo que estás
gestionando tu nuevo blog súper bien". Lo normal es que te critiquen algo
que estás disfrutando, en el momento en que lo estás disfrutando.
Como cuando llevo mi
ensalada súper sana para almorzar al trabajo, y me siento súper bien conmigo
misma, y alguien te suelta el típico "pues el aguacate tiene un montón de
calorías". ¡¿Y quién te ha preguntado?!
2. Cuando alguien
intenta enseñarme algo que ya sé.
Y no me refiero a
"ya sé que sabes cómo se fríe un huevo pero te voy a recordar lo básico
por si las moscas" de tu madre. Me refiero al "sé que tienes un
máster en lengua y literatura, pero voy a explicarte cómo funciona la narrativa
del siglo veinte, o la diferencia entre los verbos transitivos e
intransitivos".
Quiero decir, jamás le
discutiría a un médico sobre los beneficios de un tratamiento, ¿por qué la
gente se siente empoderada para darme clases de lengua? ¡Que uses la lengua no
te hace un experto en ella!
3. Cuando me piden que
justifique mis acciones y/o elecciones.
Si un amigo me dice
"me voy a casar", le digo "felicidades". Y si me dice
"voy a dejar el curso que estoy haciendo", le digo "vaya, qué
pena". A veces me cuentan las circunstancias que les llevan a esa
decisión, otras veces no.
Sin embargo, siento que
por alguna razón necesito explicar a otras personas por qué hago una cosa y no
otra, e incluso pretendo que lo comprendan y me digan que hago lo correcto. Es
mi parte insegura y derrotista.
¿Pero sabes lo peor? Que
hay personas que te piden abiertamente una justificación de tus actos, y si no
les convencen te sueltan un "pues no estoy de acuerdo", y se quedan
tan anchos. ¡Pero qué tienes tú que estar de acuerdo en nada de lo que yo
decido!
4. Cuando la gente me
dice que no comprendo lo que les digo.
Por supuesto que no me
puedo poner en tu piel, pero puedo hacer uso de una cosa llamada
"empatía". No podéis acaparar los problemas existenciales para
vosotros, ¡dejad algo para los demás!
5. Cuando hacen un
juicio de valor indirecto sobre mi persona.
Aquella vez que la del
banco me preguntó si me habían dado trabajo en USA "a pesar del tatuaje
del brazo", o cuando la mujer que está intentando vender el vestido te
dice que "ese vestido disimula mucho". Esa hostia no me la vi venir.
6. Cuando me hacen
preguntas brutalmente personales en público.
¡Por favor, dejad de
preguntarme si voy a tener hijos!
7. Cuando alguien choca
conmigo y no me pide disculpas.
8. Cuando le aguanto la
puerta a alguien y no me da las gracias.
9. Cuando el que está
detrás de mí en la cola no respeta mi espacio personal.
10. Cuando alguien se
pone a hablar al lado de mí gritando.
Y un largo etcétera.
Probablemente yo hago
todas esas cosas a otras personas, así que por las moscas voy a añadir una más.
11. Cuando alguien me
comenta algo de mí que le ha molestado.
¿Te crees mejor que yo?
(El número once es
bromita. Si alguna vez hago alguna de estas cosas habladlo conmigo. Por favor,
no os volváis locos y me asesinéis.)
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