Antología Z de Somos Leyenda y Anthnecdotario Incoherente
Antes de verano me descargué de uno des mis blogs favoritos, Plaguelanders, una antología zombi que recomendaban. Como siempre, cuando me recomiendan un libro lo pongo a la cola de los dos o tres que me esté leyendo en ese momento (sí, suelo tener mucho tiempo libre, y si no lo tengo me lo invento). Por fin esta semana pasada llegué a esta antología, y me quedé con la boca abierta.
Es una colección de relatos de temática zombi bastante variada y entretenida. La calidad literaria es sorprendente. Algunos trabajos están más pulidos que otros, como es normal, pero en general la calidad es mucho mejor que otros libros publicados por editoriales. La distribución de los relatos marca un muy buen ritmo de lectura, alternando historias más tranquilas con otras más bizarras, dejando en el lector una sensación de dinamismo que se agradece enormemente.
Menciones especiales: Samhain, cuyo estilo conseguido te mete por completo en la época en la que se orienta el relato; de cuyos habitantes calca hasta las estructuras sintácticas. Muy conseguido el efecto. La noche a través de una luz muerta, que creo que no lo entendí del todo, pero es de esas historias que te dejan muuy mal cuerpo. Ana, que nos da una pista bastante clara sobre quiénes son los verdaderos monstruos que atormentan al ser humano. Y Hambre, que cierra el círculo con un perfecto final agónico.
Desde aquí, felicidades a los chicos que han hecho esa antología posible, y espero que sigan trabajando para que los demás podamos disfrutarlo.
Más vale tarde que nunca.
Qué bien me viene el refranero español para justificar lo perra que soy. Sea como sea, por fin me he decidido a tunear las fotos de los dos Halloweens anteriores(véase que escribo este extranjerismo en plural porque lo he naturalizado.
Lo más probable es que no gusten a nadie, pero yo las dejo aquí por si acaso. Mil gracias a mis amigos por ser tan frikis y seguirme el rollo, y perdón si os molesta que os cuelgue aquí. Sé que debí haber preguntado, pero paso de que me digáis que no. Tampoco hay de qué preocuparse, ni se os reconoce.
Un beso, ¡os quiero! (bueno, a los que no salen en la foto también los quiero, pero es que se lo tienen que currar más en las poses).
2010. Estaba depre, y mis amigos vinieron a verme. Rocío tuvo la genial idea de traerse su arsenal gótico para hacernos fotos. Ésto es lo que he podido rescatar.
Waiting.
Wondering.
Retrato de familia.
Doll.
Life is a cabaret.
2011. Todo empezó con una Zombie's party.
Teddy Bear.
Child.
Helpless child.
Fantasmas tras la puerta.
Psycho.
Red Madness.
Psicodelia.
Las tres gracias.
Revelation.
Esta foto se llama Happy Bride, pero podría llamarse: La puerta estaba abierta. En el porche se veían vasos rotos y demás restos de la fiesta. Dentro estaba oscuro. Iba barriendo la oscuridad con su linterna y veía aquí y allá testigos de la decadencia: flores secas, botellas vacías, comida podrida... Haste que dio con ella. Se le cayó la linterna de la mano de la misma impresión, y ya no volvió a recuperarla...
¡Y hasta el año que viene!
Lo más probable es que no gusten a nadie, pero yo las dejo aquí por si acaso. Mil gracias a mis amigos por ser tan frikis y seguirme el rollo, y perdón si os molesta que os cuelgue aquí. Sé que debí haber preguntado, pero paso de que me digáis que no. Tampoco hay de qué preocuparse, ni se os reconoce.
Un beso, ¡os quiero! (bueno, a los que no salen en la foto también los quiero, pero es que se lo tienen que currar más en las poses).
2010. Estaba depre, y mis amigos vinieron a verme. Rocío tuvo la genial idea de traerse su arsenal gótico para hacernos fotos. Ésto es lo que he podido rescatar.
Waiting.
Wondering.
Retrato de familia.
Doll.
Life is a cabaret.
2011. Todo empezó con una Zombie's party.
Teddy Bear.
Child.
Helpless child.
Fantasmas tras la puerta.
Psycho.
Red Madness.
Psicodelia.
Las tres gracias.
Revelation.
Esta foto se llama Happy Bride, pero podría llamarse: La puerta estaba abierta. En el porche se veían vasos rotos y demás restos de la fiesta. Dentro estaba oscuro. Iba barriendo la oscuridad con su linterna y veía aquí y allá testigos de la decadencia: flores secas, botellas vacías, comida podrida... Haste que dio con ella. Se le cayó la linterna de la mano de la misma impresión, y ya no volvió a recuperarla...
¡Y hasta el año que viene!
Los domingos volverán a ser de cine
Hoy voy a enumerar las cosas que hecho de menos. Y las voy a enumerar porque de repente me he dado cuenta de que hay un montón de cosas que ya no hago.
1. Hecho de menos poner música. Antes, cuando vivía con mis amigas (bueno, yo las llamo compañeras de piso simplemente), nada más que llegaba enchufaba el mp3 a los altavoces y dejaba que la música lo inundara todo. Mis compañeras serían como fueran, pero jamás se quejaron del volumen ni del tipo de música que pusiera.
Con la música se diluían mis pensamientos, las miles de gilipolleces que me embotan el cerebro a diario. Me concentraba en los acordes, la batería de fondo, la voz del cantante y sobre todo la letra: esa letra (por lo general triste) que hablaba de los problemas de otro. Y yo sentía pena por él, o rabia, o me emocionaba; pero no tenía nada que ver con mi vida.
2. Hecho de menos ser una empollona. Porque estudiar y pensar hasta que te duele la cabeza en algún hecho probado, o alguna interpretación de algo o teoría extendida sobre un pensamiento concreto, hace que todo adquiera un matiz relativo. En el capítulo 1 las tendencias literarias son de una forma, y tú lo comprendes perfectamente y hasta simpatizas con esa forma de pensamiento; y en el siguiente estás convencida de justo lo contrario. Nunca te cansas porque todo cambia tanto. Y luego, en mi carrera, siempre es muy importante lo que tú tengas que decir, lo que deduzcas de todo, pero siempre hablas de la teoría, de lo que otro dijo, por lo que nunca llegas a implicarte.
Es genial dejar tu vida a un lado para centrarte plenamente en un asunto mayor. Ahora que ya he termindo la carrera, y estoy haciendo el máster, de repente tienes que mojarte siempre. Mis compañeros de clase están deseando dar su opinión en todo, y siempre tienen un discursito que calza bien con el tema. Me pregunto si se lo preparan en casa.
Yo, por mi parte, no me atrevo a hablar demasiado, aunque muchas veces sé en qué se equivocan, o tengo alternativas más interesantes, prefiero reservarme mi opinión para cuando me pregunten, o para soltarla en ese súper duro trabajo de fin de máster.
En fin, que era bonito cuando mis compañeros eran tan ignorantes o tan tímidos como yo, y yo podía hacerme la guay de vez en cuando.
3. Hecho de menos las tardes de cine. Antes de empezar a salir juntos, Juanma y yo nos propusimos los domingos de cine. Mis compañeras no llegaban hasta la noche, así que se venía y poníamos en el salón algún clásico del cine, o alguna peli que nos interesara (a veces veíamos versiones de los libros que estudiábamos en la carrera).
No era sólo la química que hubiera entre nosotros (y que aún hay), sino la magia del cine. También íbamos a ver pelis, aún vamos, cuando la cartelera se deja y los de los Arcos se estiran con algún dos por uno. Pero los domingos, que siempre he odiado a muerte, eran otra cosa con una tele y un sofá en el que compartir unas palomitas del Mercadona.
4. Hecho de menos mis baños relajantes. Sí, soy ese tipo de cursi que le gusta llenar la bañera todo lo posible (no demasiado en mi casa) y echar unas sales minerales, hasta llevarme un libro a veces. No llegaba a poner velitas ni nada por el estilo, pero era agradable, y por lo general nadie se atrevía a llamar a la puerta del baño cuando yo estaba en la bañera.
Hecho de menos otras muchas cosas: como tener una amiga a la que pasarle mis manuscritos para que me los corrija y opine, irme a tomar una cerveza con la gente de clase con la mochila todavía al hombro, u obligarme a hacer visitar culturales a museos e iglesias dentro de mi propia ciudad. También hay cosas que estoy echando de más.
No es que ya no me quede ninguna posibilidad de volver a hacer estas cosas, es que no sé por dónde empezar. Porque esa era yo, y me siento como si me hubiera salido de mi cuerpo. Al analizar estas cosas he visto que no he sustituido todo eso por nada. Puede que ése sea el gran vacío que llevo un tiempo sintiendo.
No sé realmente lo que ha cambiado para que cada vez haga menos esas cosas. Me temo que es enteramente mi culpa. Llevo un tiempo soñando y gilipolleando sobre "lo que voy a hacer", "lo que me gustaría hacer", "como veo mi futuro", y he olvidado completamente mi presente. Y ahora que me he dado cuenta de que lo que me falta, lo echo aún más de menos, y estoy más dispuesta a recuperarlo. Incluso si eso significa luchar contra mí misma.
1. Hecho de menos poner música. Antes, cuando vivía con mis amigas (bueno, yo las llamo compañeras de piso simplemente), nada más que llegaba enchufaba el mp3 a los altavoces y dejaba que la música lo inundara todo. Mis compañeras serían como fueran, pero jamás se quejaron del volumen ni del tipo de música que pusiera.
Con la música se diluían mis pensamientos, las miles de gilipolleces que me embotan el cerebro a diario. Me concentraba en los acordes, la batería de fondo, la voz del cantante y sobre todo la letra: esa letra (por lo general triste) que hablaba de los problemas de otro. Y yo sentía pena por él, o rabia, o me emocionaba; pero no tenía nada que ver con mi vida.
2. Hecho de menos ser una empollona. Porque estudiar y pensar hasta que te duele la cabeza en algún hecho probado, o alguna interpretación de algo o teoría extendida sobre un pensamiento concreto, hace que todo adquiera un matiz relativo. En el capítulo 1 las tendencias literarias son de una forma, y tú lo comprendes perfectamente y hasta simpatizas con esa forma de pensamiento; y en el siguiente estás convencida de justo lo contrario. Nunca te cansas porque todo cambia tanto. Y luego, en mi carrera, siempre es muy importante lo que tú tengas que decir, lo que deduzcas de todo, pero siempre hablas de la teoría, de lo que otro dijo, por lo que nunca llegas a implicarte.
Es genial dejar tu vida a un lado para centrarte plenamente en un asunto mayor. Ahora que ya he termindo la carrera, y estoy haciendo el máster, de repente tienes que mojarte siempre. Mis compañeros de clase están deseando dar su opinión en todo, y siempre tienen un discursito que calza bien con el tema. Me pregunto si se lo preparan en casa.
Yo, por mi parte, no me atrevo a hablar demasiado, aunque muchas veces sé en qué se equivocan, o tengo alternativas más interesantes, prefiero reservarme mi opinión para cuando me pregunten, o para soltarla en ese súper duro trabajo de fin de máster.
En fin, que era bonito cuando mis compañeros eran tan ignorantes o tan tímidos como yo, y yo podía hacerme la guay de vez en cuando.
3. Hecho de menos las tardes de cine. Antes de empezar a salir juntos, Juanma y yo nos propusimos los domingos de cine. Mis compañeras no llegaban hasta la noche, así que se venía y poníamos en el salón algún clásico del cine, o alguna peli que nos interesara (a veces veíamos versiones de los libros que estudiábamos en la carrera).
No era sólo la química que hubiera entre nosotros (y que aún hay), sino la magia del cine. También íbamos a ver pelis, aún vamos, cuando la cartelera se deja y los de los Arcos se estiran con algún dos por uno. Pero los domingos, que siempre he odiado a muerte, eran otra cosa con una tele y un sofá en el que compartir unas palomitas del Mercadona.
4. Hecho de menos mis baños relajantes. Sí, soy ese tipo de cursi que le gusta llenar la bañera todo lo posible (no demasiado en mi casa) y echar unas sales minerales, hasta llevarme un libro a veces. No llegaba a poner velitas ni nada por el estilo, pero era agradable, y por lo general nadie se atrevía a llamar a la puerta del baño cuando yo estaba en la bañera.
Hecho de menos otras muchas cosas: como tener una amiga a la que pasarle mis manuscritos para que me los corrija y opine, irme a tomar una cerveza con la gente de clase con la mochila todavía al hombro, u obligarme a hacer visitar culturales a museos e iglesias dentro de mi propia ciudad. También hay cosas que estoy echando de más.
No es que ya no me quede ninguna posibilidad de volver a hacer estas cosas, es que no sé por dónde empezar. Porque esa era yo, y me siento como si me hubiera salido de mi cuerpo. Al analizar estas cosas he visto que no he sustituido todo eso por nada. Puede que ése sea el gran vacío que llevo un tiempo sintiendo.
No sé realmente lo que ha cambiado para que cada vez haga menos esas cosas. Me temo que es enteramente mi culpa. Llevo un tiempo soñando y gilipolleando sobre "lo que voy a hacer", "lo que me gustaría hacer", "como veo mi futuro", y he olvidado completamente mi presente. Y ahora que me he dado cuenta de que lo que me falta, lo echo aún más de menos, y estoy más dispuesta a recuperarlo. Incluso si eso significa luchar contra mí misma.
Hopeless
I look at the horizon
and I do not reach to see.
Stars are meaningless in
a mean world where
Numb “sorries” are the most
Precious excuse to be happy
That we are looking for.
So easy to be happy
When you’re blind:
Everything taste like nothing,
And nothing is what you taste
Or what you are.
You can always remember pain.
It strikes you to the bone,
Shaking your mind-
Giving meaning to your life.
While you wish you were dead,
But dead you already are.
I look at the horizon
But I can’t see a thing.
Either I have too much pain
To see,
Or I don’t feel at all;
The sky is empty,
The stars are gone.
But what if the stars
Are gone?
I have always liked the shadow,
And the sun often burns my thoughts.
In the dark there is nothing
To confuse you
-No wrong path-
As they are all a mystery.
You can only know
A person
If you reach to guess
Their expression in
The middle of the night.
You can only know
Yourself
If in the middle of
Your life someone asks you
“what if…”
And you still don’t know
“What”.
and I do not reach to see.
Stars are meaningless in
a mean world where
Numb “sorries” are the most
Precious excuse to be happy
That we are looking for.
So easy to be happy
When you’re blind:
Everything taste like nothing,
And nothing is what you taste
Or what you are.
You can always remember pain.
It strikes you to the bone,
Shaking your mind-
Giving meaning to your life.
While you wish you were dead,
But dead you already are.
I look at the horizon
But I can’t see a thing.
Either I have too much pain
To see,
Or I don’t feel at all;
The sky is empty,
The stars are gone.
But what if the stars
Are gone?
I have always liked the shadow,
And the sun often burns my thoughts.
In the dark there is nothing
To confuse you
-No wrong path-
As they are all a mystery.
You can only know
A person
If you reach to guess
Their expression in
The middle of the night.
You can only know
Yourself
If in the middle of
Your life someone asks you
“what if…”
And you still don’t know
“What”.
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