Ser vegetariano. Decisión tomada: ¿y ahora qué?

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Nunca he sido muy fan de la carne. Hombre, he crecido en el sur de España, en una casa en el campo donde existe la tradición de la matanza (no os alarméis, hace años que se abolió, pero lo viví de pequeña), por lo que es imposible que no me guste la carne. He comido la carne más fresca y ecológica que existe, y es con eso con lo que me he criado (de ahí que tenga tan buen porte). El problema vino cuando me fui a los 18 años a estudiar a la ciudad, y empecé a comer la carne que se comercializaba.

Todos decimos que esto o aquello sabe a pollo, pero lo cierto es que pocos saben a qué sabe el pollo. El pollo que compramos en las carnicerías, por buenas que sean, no sabe a nada. Yo he probado el pollo de campo -o como yo lo llamo: pollo de verdad- y lo cierto es que no me gusta. Es una carne fibrosa de una textura contundente, y sabe a... no puedo describirlo, pero no sabe a lo que los que sólo han tomado pollo comprado dicen que sabe el pollo. Tampoco me gusta la leche, y eso que no he probado la de verdad. Según mi hermana mayor, sabe a lo que comen las vacas: a hierba. Lo único que para mi gusto mejora si lo comes natural son los huevos (las tortillas, para vuestra información, son amarillas, no blanquecinas) y el cerdo: en todas y cada una de sus versiones. ¡¿Os hacéis una idea de lo difícil que es para mí dejar de comer carne?!

La cuestión es que, conforme pasaban los años y aprendía recetas y compraba para mí, me daba cuenta de que no tenía control  ninguno sobre lo que comia. Trabajé durante años en una carnicería (como limpiadora, sí, mi vida profesional es un mal chiste), y ahí me terminé de dar cuenta. Incluso teniendo productos de un matadero cercano que usaba ganado local, no era carne "de verdad", de la que yo recordaba de pequeña. Los filetes soltaban agua y agua en la sartén, y mi entonces novio me decía con toda naturalidad que eso era por las hormonas que se le dan a los animales para que crezcan más rápido. En las grandes empresas, el pollo se blanquea con "lejía alimenticia" antes de presentarlo al público y la carne que más tiempo lleva en la vitrina se empana o se aliña (y por eso hace años que no tomo adobados y los empanados los hago yo misma en casa). Me di cuenta de que sí era capaz de renunciar a  algunos alimentos (mi cosa favorita en el mundo) cuando abandoné de golpe mi plato favorito (el cordero lechal) tras presenciar cómo se sacrifican. Es probable que mis años de independización y mi experiencia en la carnicería fueran el primer paso y toma de conciencia de este problema. Pero no hay más ciego que el que no quiere ver, y pronto lo olvidé y volví a comprar de todo.

Hasta que me fui a EEUU. No sé si lo sabéis, pero he pasado dos años viviendo en un pequeño pueblo de Ohio donde no hay nada salvo una universidad, en la que yo era profesora (esos han sido los años dorados de mi carrera profesional). La cosa es que es un pequeño pueblo donde se cultivan muchos productos locales y tal, y aún así se ve el problema de la carne. Allí fui cuando terminé de cogerle asco a la carne, y a todo lo que rodea las empresas cárnicas. Al volver a España, todos me parecían productos de primera calidad, pero tras unos meses ha vuelto a desaparecer el encantamiento y veo que lo que como no es real. Y por eso decidí dejar la carne, de todas formas, no es mi grupo de alimentos favorito.

Y ahora me vas a dejar un comentario diciendo "pero eso también pasa con el pescado, y las verduras, y todo". Es verdad. Pero yo sólo soy una persona y no puedo cambiar el curso de la historia de la humanidad, así que voy a ir por partes. Por suerte para mí, tengo muchos amigos con huerto y casi todo el año disfruto de verduras del tiempo frescas y sin pesticidas, por lo que es un poco más fácil ser una hippy feliz para mí. Sobre el pescado: tampoco es santo de mi devoción y apenas lo como.

Os convenza o no mi forma de ver las cosas, he tomado una serie de determinaciones estas semanas atrás que son un primer paso para dejar gradualmente la carne. Tengo casi tres años para eliminarla de mi vida totalmente. Mi objetivo no es olvidarla de la noche a la mañana y mirar con superioridad a los que aún la comen, más bien acostumbrarme poco a poco a usar alternativas hasta que un día casi sin querer ya no la tenga en mi lista de la compra. ¿Creéis que lo conseguiré? Normalmente me aburro fácilmente de las cosas, pero creo que mi plan es sólido y lo puedo conseguir. Si no, al menos habré reducido la cantidad de productos hiperhormonados que consumo.

Alimentos que he dejado de tomar:
1. Productos congelados y precocinados (si viene en una caja, no me lo como)
2. Empanados comprados (lo aliño a mi gusto, y veo qué aspecto tiene la carne antes)
3. Leche de vaca (esto es vegano, no vegetariano, pero me siento más ligera). El problema de la leche de vaca es que no hay muchas alternativas en España. Las leches de soja suelen tener muchos componentes químicos, además de que puede ser soja transgénica. Ahora mismo tomo leche de arroz biológica que venden en Día, y es cara de cojones. Lo bueno es que sólo gasto un litro a la semana. Si te encantan los batidos, toma leche semi o desnatada para sentirte menos pesado.
4. Fritos: sé que no tiene nada que ver con la dieta vegetariana, pero ¿me vas a negar que no es más sano? Normalmente pongo las patatas, calabacines o berenjenas al horno si tengo ganas de cocinar (casi nunca) o al microondas (10 minutos y están de muerte).
5. Carnes cocinadas en bares o restaurantes: no tengo nada en contra de los cocineros del mundo, es que el objetivo es dejar de comer carne, y por algún sitio tengo que empezar.

Otras claves que uso para acercarme a una vida más sana:
1. Convencer a tus amigos de que no estás loco. A veces la gente te mira mal porque no quieres comer tal o cual cosa por decisión propia (al menos a mí me ha pasado). Mis amigos ya tienen asumido que muy normal no soy, pero los tengo que van de listillos y me quieren convencer de que mis decisiones son una mierda o que las tomo por las razones equivocadas. Yo casi siempre los escucho y luego hago lo que me da la gana. Lo importante es que ellos entiendan que lo que haces no es un capricho pasajero, y que tienen que dejar de ofrecerte las cosas que no puedes/quieres comer (porque una no es de piedra). Si el amigo es sí es muy obtuso o no es tan amigo, yo suelo decir que me sienta mal tal o cual cosa y por eso no la como, y así te dejan en paz. Ojalá no a todos los que están pasando al vegetarianismo les pase esto, a mí me pasa porque vivo en la tierra de la carne de cerdo, el puchero con su buena pringá, el chorizo y la morcilla. También me pasa porque tengo un historial curioso, ya que siempre he sido muy comilona y no le he hecho ascos a nada jamás.

2. Tomar complementos de vitaminas. Sobre todo si tienes voluntad para no comer carne de un día para otro, es bueno que tomes un complemento por algún tiempo. Hay muchas verduras con grandes cantidades de proteínas, pero igualmente es bueno. La espirulina es un alga que viene muy bien para eso, la venden en pastillas en casi todos los supermercados grandes. Yo la tomo porque me ayuda a quitarme la ansiedad de comer compulsivamente.

3. Haz ejercicio regularmente. Nadie se toma en serio a un friki de la alimentación y la vida sana que no se mueve de la silla en todo el día. Y es por una razón: ¡no hay vida sana sin deporte!

Bueno, hasta aquí por hoy. Sé que estas reglas son una mierda para los auténticos vegetarianos, pero ¡eh!, ¡no me agobies!, ¿vale? Mi vida es bastante difícil sin tener que evitar tentaciones culinarias. Y para los que os lo estéis pensando, aquí os dejo un par de recetas que hago mucho y que a mis amigos les encantan.

Hamburguesas vegetales de frijoles negros: 
No me gusta hacer comida vegetal con forma de carne, me parece muy triste, pero como tengo siempre tantas barbacoas en verano me ha resultado muy útil. La gente siempre las mira mal al principio, pero al final todos las pruebas y les encantan.
Nota: las cantidades son aproximadas porque suelo calcular a ojo, nunca peso las cosas.
Nota2: los ultracarnívoros pueden experimentar pedorretas y/o diarrea ante tanta fibra.

1/2 kilo de frijoles negros hervidos
1/2 cebolla picada (la puedes sofreir si quieres)
Un chorro de salsa picante (yo uso Sriracha que compro en el hiperoriente, supongo que tabasco vale)
Una pizca de sal
Pimienta, perejil... todas las especias que se te ocurra que pegan
Un huevo (si quieres hacerlo vegano, prueba con aceite vegetal)

Lo echas todo en la batidora hasta tener una masa compacta. Luego echa pan rallado para darle consistencia. Cuando veas que se puede amasar bien, haz hamburguesas con la masa y ¡a la plancha!

Hummus casero:
Perfecto para picar si lo acompañas de unos nachos.

Un bote de garbanzos cocidos de medio kilo (de esos grandes que se venden en todas partes)
Medio vaso de aceite vegetal (yo uso oliva virgen extra, por lo que le echo menos, un chorreón)
Una cucharada de pimentón dulce (o más, al gusto)
Una cucharada de ajonjolí (semillas de sésamo molidas: se abrió el mundo ante mis ojos cuando descubrí que eran lo mismo. igual que el pimentón, es orientativo)
Pimienta, sal y comino al gusto
Medio vaso de agua
Mi toque: uno odos pimientos morrones de esos que vienen en lata o en bote

¿Lo tienes todo? ¡A la batidora! Debe salirte una salsa pastosa con suficiente consistencia como para comértela con los nachos.

¡Buen provecho!

Pd: Para compensar los excesos del verano, voy a probar a principios de mes una dieta depuradora de zumos. ¡Ya os contaré si sobrevivo o no!

La experiencia Sin Champú (No-Poo experience) en mi cabeza

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Como ya comenté en otro post, mi pelo ha sido motivo de amargura para mí durante mucho tiempo. Lo tengo oscuro y liso, y cualquier corte que me haga se asienta bien, por lo que en principio debería estar feliz. El principal problema es que es muy grasiento, y esa grasa se me transmite a la cara, provocándome problemas de acné y demás. A día de hoy, soy una yonki del champú y debo lavarme el pelo con frecuencia, y recogérmelo muy bien cuando no lo hago. Yo pensaba que ésto era una parte ineludible de mi sino miserable, y que los problemas de grasa eran parte de la herencia familiar (mi madre está igual).

Pero un día, me puse a mirar mierda hippy de la que me gusta por internet, y descubrí un grupo de chicas que estaban como yo. Y entonces me dije: ¿a lo mejor no es culpa de mi madre y su genética grasienta? A lo mejor es mi dependencia al champú la que me ha hecho esto. Desde luego, las pocas veces que una peluquera me ha recomendado un método de acción contra la grasa capilar (además de champús y mascarillas caras) ha sido que me lave menos el pelo. Entonces lo vi, y recordé a mi madre recordando la melena negra e inalterable de mi abuela Lola, y ¿a que no sabéis con qué se enjuagaba el pelo mi abuela dos veces en semana? Con vinagre, que es con lo que las mujeres que usan este método se acondicionan el pelo. Aunque mi abuela no lo hacía por hippy, sino por pobre, a día de hoy sigue con sus baños de vinagre de vez en cuando, y sigue teniendo un pelo (ya cano) y una piel estupendos.

Así que al fin me decidí, después de leer un artículo de una mujer londinense que usaba esta técnica desde hace dos años. También hay muchos relatos de experiencias en español, pero pocos terminan bien, bueno, este sí. Se ve que las hispanas no tenemos tanta paciencia para superar el temido "periodo de adaptación", en el que tu pelo está sucio y grasiento y te lo quieres arrancar a tiras. Por cierto, yo estoy empezando esa fase: Yeeeah!

Para los interesados, os resumo mis tres días en la experiencia sin champú y os dejo las claves básicas que he recopilado leyendo y leyendo por la red.

El método: 
Básicamente te lavas el pelo cada tres ocuatro días, y en lugar de champú y acondicionador usas bicarbonato de sodio (una cucharada disuelta en un vaso de agua, y no seas idiota como yo y echa agua caliente, que luego te la vas a echar por encima). Luego te enjuagas la cabeza con vinagre de manzana (rocía de raíz a puntas y deja actuar un minuto, luego enjuagas). Tu ducha olerá a ensalada pero por fortuna tu pelo no.

Otra cosa muy importante es el cepillado. El día que no te laves el pelo, has de cepillarlo como si no hubiera mañana con un cepillo de cerdas ancho. El efecto del cepillado es la distribución de la grasa natural del cuero cabelludo por todo el pelo, y eso se supone que lo deja con aspecto limpio y saludable, después de un tiempo.

La transición:
El momento más temido por toda chica que empieza el método, y lo que se supone que será mi pesadilla particular durante las próximas semanas. El pelo estará o bien muy seco y zarrapastroso o hiper grasiento, cada uno reacciona de forma diferente. Si está seco, debes darte una ducha de agua en el pelo y aplicar un hidratante natural. Hay muchas recetas en internet, he leído que de lo mejor y más natural es el huevo; pero también puedes usar aceite de coco, aceite de lavanda y otros aceites esenciales.

Si por el contrario, el pelo está muy grasiento, es posible que te lo estés cepillando poco. Siéntante a ver la tele o lo que sea que hagas cuando no estás haciendo nada en concreto y ponte a darlo todo con el cepillo. A mí eso me va a costar porque hasta me he tenido que comprar un cepillo para el reto (para que veais lo poco que me peino), pero la verdad es que ayer fue mi primer día después del lavado y tras el cepillado notaba que la grasa del cuero estaba más distribuida.

¿Por qué pienso que va a funcionar?
Sinceramente, estoy probando este método porque estoy desesperada. Me siento atrapada en un sinfín de productos y cremas que no siempre me puedo costear, especialmente en este momento de mi vida. La grasa de mi pelo me trae problemas de grasa en la cara y es un círculo vicioso en el que se me va un montón de dinero al año. Estoy en el momento de empezar con las cremas antiarrugas, necesito dejar los exfoliantes y las cremas para el acné de una vez. Además, esta rutina poco saludable me ha llevado a tener siempre el pelo recogido para evitar el contacto con la cara, y es un rollo y me aburre verme siempre igual. ¡Odio la rutina!

Creo que puede funcionar porque este año estuve haciendo el camino de Santiago (no abracé al santo pero me traje la compostela, por si las moscas) y me pasé las dos semanas lavándome el pelo con jabón ese que llaman de lagarto, pero este estaba hecho de manera artesanal por la madre de mi cuñada. En principio el plan era lavarme el pelo con sobres de promociones de champú y el cuerpo con el jabón de lagarto, pero como soy un desastre perdí la mitad de los sobres y acabé lavándome con eso. La cuestión es que mi pelo no sólo sobrevivió, sino que tenía más volúmen y más brillo que antes. Y me dije, ¿por qué coño me gasto tanto dinero en champú y acondicionador, si esto me vale?

Desde entonces empecé a reducir la cantidad de champú que uso, abandoné el acondicionador y comencé mi búsqueda del método alternativo. Si es este u otro aún he de comprobarlo, pero ¿qué puedo perder, si los ingredientes son súper baratos?

Mi experiencia:
No iba a empezar el método este mes porque iba a conseguir un trabajo para septiembre. Cuando no me llamaron y empecé a deprimirme, pensé que este experimento sería una buena forma "to wash all worries out of my hair". Hoy estoy en el día 3, y aunque pensaba darme un baño con unos restos de henna que tenía en casa, me ha dado pereza y lo voy a cambiar por un baño de agua y masaje. Estoy siguiendo más o menos la guía de Lulastic, la chica de la entrevista del primer enlace. Olvidé tomarme una foto de mi grasiento pelo antes de lavarlo con bicarboanto y vinagre, pero estaba más o menos igual que hoy (día 3) pero más brillante y grasiento. Iba a poner una foto de archivo, alguna vieja en la que se vea mi pelo tal y como es, pero curiosamente todas las fotos en las que salgo con el pelo suelto está recién lavado, y en las demás lo tengo recogido (cuando el largo me daba para eso) o con algún gorro y/o cinta en la frente. ¿Curiosodad?, ¡pues no!

Día 1: Me hice un lavado con una cucharada de bicarbonato disuelto en un vaso de agua (fría, porque soy gilipollas) y luego me enjuagué con vinagre. Contra todo pronóstico, me cepillé bien el pelo tras la ducha.

Día 2: Me limité a cepillarme el pelo tres veces durante al menos diez minutos (mañana, tarde y noche). Por la tarde hice deporte, por lo que debería haberlo enjuagado con agua. No lo hice, porque ya que voy a ser una sucia hippy qué más da, ¿no? Me lo solté para que se secara tras ducharme y me lo cepillé concienzudamente.

Día 3 (hoy): Me lo cepillé muy bien esta mañana, pero como soy una perra no lo he cepillado más. Llevo todo el día con el pelo recogido, como de costumbre, para evitar que entre en contacto con la piel de mi cara. Esta noche me lo lavaré sólo con agua y me lo cepillaré bien. En la guía que sigo pone que puedo hacerme una mascarilla natural si lo necesito, voy a pasar porque lo tengo grasiento (ligeramente menos que de costumbre). Os dejo foto del pelo hoy:


Sigue estando grasiento, pero no se ven signos de caspa (sigo cruzando los dedos).

Esta "técnica" sin champú no es una ciencia exacta, y depende de muchos factores. Por tanto, si te quieres apuntar a la experiencia tienes que estar dispuesta a improvisar, y tener algunos pañuelos listos por si la cosa se descontrola. Quiero comprobar si es cierto que se puede tener un buen pelo sin gastarse una pasta en champú, y si no lo consigo al menos podré decir con la boca llena que lo he probado todo.

¡Seguiré informando sobre mis guerra capilar particular! ¡Animáosa probar! ¡Comentad al respecto!

¡Sed felices!

Mens sana in corpore sano, o mejor dicho: corpore sano, mente callada.



Ya hace tiempo que no sabéis nada de mí, y es probable que muchos os hayáis olvidado por completo de mi blog y de por qué lo empezasteis a seguir en su momento. Como sabéis, esto para mí es una especie de terapia barata, por lo que a veces (o casi todo el tiempo) hago por aquí lo que me sale de ahí sin pensar en posibles lectores. Pero en el fondo trabajo. Ahora mismo estoy terminando de escribir y revisar el Diario mental de Eve, la segunda parte de Biografía de un vampiro, que también estoy revisando y estarán ambas pronto disponibles de manera gratuita. Tengo en mente una novela de verdad, de la que dejaré algunos capítulos por aquí para que me deis opinión (si os da la gana), pero que si me sale como quiero me gustaría aventurarme a mandarla a que la lea alguien profesional. Aparte de eso, como intuiréis, mi vida es una sucesión de periodos de depresión seguidos de breves instantes de euforia en los que empiezo nuevos proyectos y les doy empujones a otros viejos sin ver nunca un duro por ellos. Es por eso que he decidido volver a mirarme al espejo bien, y ya que estoy cerca de los 30, preocuparme un poco más de mi cuerpo.

Por eso he decidido crear la sección cuerpo y mente, en la que os meto en la cabeza las mierdas hippies que consulto de vez en cuando y que sigo con la esperanza de burlar, ya no la muerte, si no los terribles dolores y agonías de la vejez. Creo que si empiezo a cuidar mi físico ahora, tendré una madurez más sana y mi vejez será un poco menos humillante que la de otras personas. Es probable que me equivoque y acabe en una residencia escuchando a los jóvenes asistentes pelearse por ver quién le cambia los pañales a la vieja de los tatuajes. Incluso en ese caso, todos mis esfuerzos habrán sido una idiotez y eso me proporcionará el sarcasmo cruel vital necesario para actuar de manera cínica mis últimos años de vida (todo eso contando con que no me asesine nadie antes).

Bueno, tras esta verborrea, os cuento mis dos planes para cuidarme de los que voy a dar cuenta por medio de mi blog por si alguien con la misma intención que yo quiere usarlos como "guía". En primer lugar,mi objetivo es llegar a los 30 años siendo vegetariana. Las razones que me han llevado a tomar esta decisión son varias y aburridas, y no las voy a discutir a menos que alguien me toque los ovarios cuestionando las decisiones que tomo sobre mi propio cuerpo. Mi primer paso ha sido evitar pedir platos de carne en restaurantes y sólo comer carne comprada y cocinada por mí o mi familia. Ya me he presentado en alguna barbacoa con hamburguesas vegetales de frijoles negros, y es desternillante ver las reacciones de la gente. En las siguiente semanas dejaré recetas y anécdotas de cómo mi nueva dieta afecta mi vida diaria y las relaciones con la gente que me rodea (que, a pesar de quererme, son un huevo de pesados con juzgar lo que como y lo que no y por qué). Así que si te interesa el tema, o tienes preguntas o consejos, no dudéis en dejarme un comentario, me hará mucha ilusión y seguro que me ayuda.

Por otro lado, tengo un problema con mi pelo. Hace cinco o seis años que lo llevo corto por comodidad y porque me gusta cómo me queda, pero lo cierto que como es normal en mí estoy aburrida de la rutina. Me lo estoy dejando largo, y sólo entonces he recordado por qué empecé a cortarlo. Tengo el pelo tan graso que debo lavarlo todos los días en verano. Ni siquiera los tintes de henna que utilizo me han ayudado a mantener mi pelo totalmente sano. He de decir que los peluqueros, aunque siempre me critican cuando les digo que utilizo un tinte natural, suelen alabar el cuerpo y la textura de mi pelo antes de eso, y algún inocente me pregunta si "mi color es natural, porque es precioso". Luego les digo lo de la henna y me enumeran por enésima vez sus inconvenientes. Por cierto, llevo años usándola y no tiene ningún inconveniente salvo que mancha un montón las toallas (se lava normalmente) y que necesita tres horas para coger bien en el pelo.

Tras mi experiencia con este tinte natural, estuve pensando y me dije: si hay alternativa al tinte químico debe haberla a los champús químicos. Y la hay. ¿Qué tal NO usar champú? Empecé a investigar y encontré muchos testimonios de chicas que han pasado del champú tradicional al bicabornato de sodio y el vinagre, y cuyos pelos están fantásticos ahora. Pues bien, me desgargué una guía (en inglés) de cómo hacerlo, y en eso estoy. A partir de ahora, por si hay algún interesado en este tema, iré dejando en mi diario mi experiencia con el método sin champú (documentos gráficos incluidos).

Nada más, espero que vuestras vidas sean un grato paseo hacia vuestros sueños, y que lleguéis a vuestras metas con prontitud y alegría. ¡Paz!