Mi experiencia con los desórdenes alimenticios

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He intentado escribir este post varias veces sin que me guste, pero hoy escribiendo la crítica To the bone me ha salido de corrido. Perdonad el estilo descuidado y el desorden al contar la historia, pero es algo doloroso para mí y no quiero darle más vueltas al texto; sólo quiero escupirlo a la red para que el veneno deje de recorrerme las venas. 

Hace ya muchos años que dejé atrás esa etapa de mi vida, pero es cierto que uno nunca está 100% recuperado. De hecho, cuando vi la película (To the bone) estaba en el camino de volver a mi peso saludable tras coger un sobrepeso de más de 12 kilos por encima de mi peso recomendado. No todos lo saben, pero esa puede ser otra consecuencia de los trastornos alimenticios. Cuando dejé de controlar mi peso empecé a usar la comida como método antiestrés, y eso me llevó a un camino de excesos y un sobrepeso que he tenido que pedir ayuda médica para superar. 

Yo creo que estoy obsesionada con el peso desde pequeña. Recuerdo que mi madre se pesaba cada semana, y yo siempre pedía pesarme. Estaba por debajo de mi peso y lo sabía. Me daba mucha satisfacción montarme en la báscula y ver el mismo peso de siempre: mis primas y las mujeres que hubiera presente siempre comentaban que les encantaría pesar siempre lo mismo. 

Pero todo cambió con la pubertad. Crecí mucho en un sólo verano, y desde entonces cada vez que me montaba en la báscula el número había crecido. Desde entonces no me perdía un sólo día de peso, preocupada. Todos insistían en que seguía estando muy delgada, pero yo no escuchaba. No entendía cómo podía perder control de algo que desde siempre me había resultado tan fácil mantener. 

Aún recuerdo el estremecimiento que sentí al ver el número 50 en la báscula. No podía entenderlo: no había cambiado mis hábitos, pero mi cuerpo seguía ensanchándose. Cuando el tiempo pasó y mi cuerpo se estabilizó en su peso normal -inaceptablemente alto para mi gusto- decidí cambiar mis hábitos para intentar cambiarlo. 

Y funcionó. Con un poco de sacrificio pronto los números de la báscula cantaban la canción que yo quería oír, y de nuevo empecé a escuchar los comentarios de envidia de las mujeres que me rodeaban. Era como si mi autoestima se nutriera exclusivamente de la envidia de los demás. Y seguí. 

Entonces los comentarios de envidia se convirtieron en preocupación, pero en mi mente sólo era un intento de la envidia que las otras sentían de mi cuerpo para hacerme ganar peso y volver a sentirse ellas mejor consigo mismas. Llegué a pesar 42 kilos. Y sí, tengo que admitir que esto lo cuento con un poco de orgullo. Como os decía: una nunca se cura del todo. 

Al final mis preferencias estéticas se convirtieron en un problema familiar. Muchos profesores me comentaron que estaba demasiado delgada, aunque ninguno hizo nada por ayudarme más allá de esos comentarios. Mi madre y mi hermana, sin embargo, se convirtieron en dos guardianas.

Me vigilaban, me contaban lo que comía y lo que no, para hacerme consciente de que era muy poco; me amenazaron con llevarme a un psicólogo. Empecé a soñar que comía, y luego me levantaba con remordimientos: pensaba que hasta comer en sueños podía engordarme. Marcaba en el calendario los días que comía de más o que no hacía deporte, y al final de mes hacía recuento de lo mal o lo bien que me había portado. Me medía los muslos y los brazos y me ponía metas imposibles. Pasaba horas montaba en la bici o con los patines. Examinaba mi cuerpo durante largos minutos ante el espejo, pero jamás llevaba ropa ceñida o reveladora.

No os puedo decir qué fue lo que me hizo decidir dejar de hacer las cosas que hacía. Fue de repente. Supongo que las palabras de mi madre y mi hermana hicieron mella dentro de mí. Un día estaba viendo unas fotos de un campamento de verano al que fui con mi instituto, y la imagen de mis piernas me golpeó de repente en el alma. En la foto estaba de pie junto a mi amiga María, la más alta y delgada de todas las amigas que tuve jamás. Como es normal, yo ocultaba mi bikini de calzonas altas bajo la toalla, pero ésta era muy corta y dejaba ver mis piernas. Al lado de la lagartija de María, mis piernas eran ridículas: dos palos con un hueso ancho en el medio.

Me entró una tristeza muy grande e inexplicable, y me senté a escribirle una carta a mi madre. En esa carta, que curiosamente encontré hace poco en casa de mis padres, le prometía que volvería a comer. A mi ritmo, sin presiones, pero comería y recuperaría mi peso.

Así, no con pocos problemas, volví a comer, y recuperé mi peso. Conseguí “conformarme” con el peso que tenía (en mi cabeza yo tenía que pesar menos, pero nunca llegué a eso) y me mantuve ahí. Luego pasó el tiempo y me centré en otras cosas. Mi carrera, mis relaciones personales y algunos problemillas de otra índole me hizo una persona ansiosa, y entonces me volví a la comida.

Siempre que estaba triste o me preocupaba algo, comía.
Si estaba nerviosa, también comía.
Si me aburría, comía.
Si me pasaba algo bueno, comía.
Si me pasaba algo malo, comía más.

La comida se convirtió en un refugio, y para evitar caer en los malos hábitos del pasado tomé algunas precauciones: nada de pesarme, nada de mirarme en el espejo desnuda, nada mirar la talla de la ropa, nada de llevar tirantas, ropa ceñida o transparencias.

Y un día, sin darme cuenta, toda la ropa de mi armario me estaba pequeña y estaba visiblemente más gorda que todas mis amigas. Me había convertido en “la amiga gordita”. Reconozco que en aquel momento intenté activamente volver a dejar de comer. Pero ya no era capaz de hacer ayuno como antes: simplemente mi mente sabía que esa no era la forma. Además, sigo teniendo una familia que me quiere y se darían cuenta en seguida.

La frustración crecía con mis ganas de adelgazar; y yo había acostumbrado a mi cuerpo a calmar la ansiedad con comida. Así que acabé engordando más. Llegó un punto en el me odiaba a mí misma por no ser capaz de dejar de comer. Sin duda una nunca termina de curarse del todo.

Dejé de comer carne, por otros motivos, aunque confieso que también pensaba que adelgazaría al dejar de comer carne, y me serviría de entrenamiento para aprender a ayunar de nuevo. Sin embargo, y para mi mayor desesperación, la dieta vegetariana me hizo engordar más.

Finalmente, desesperada, decidí ponerme en manos de una profesional de la nutrición. Volví a mi disciplina militar en cuanto a la comida se refiere, no sin pocos problemas de incompatibilidad social (en serio, todas las fiestas españolas consisten en comer/beber hasta reventar), y poco a poco volví a mi peso -bueno, a un peso normal- y empecé a sentirme mejor conmigo misma. 

Conforme bajaba de peso, calmaba mi ansiedad y me sentía mejor conmigo misma, lo cual me ayudaba a seguir perdiendo peso de manera saludable, con controles mensuales con mi doctora. Siempre teniendo en cuenta que el objetivo no era un número, si no un estado mental. De hecho, no supe cuál era mi peso en muchos meses: no me atrevía a mirar cuando la doctora me pesaba.

A día de hoy, no tengo ni idea de cuál es mi peso ideal, pero tengo muy presente cuál es mi peso. También tengo presente que mi peso no me define. Aunque tengo muchos viejos hábitos pegados a la espalda: tengo un peso ideal al que sé que no voy a llegar nunca, pero no puedo evitar tenerlo como referente. Sigo sintiéndome culpable después de cada comida. Sigo odiando mis brazos gordos. Sigo tocándome la barriga y buscando el hueso de mi cadera, para cerciorarme de que la grasa no lo cubre del todo. Sigo teniendo la necesidad de “compensar” lo que como, aunque casi nunca tengo tiempo o ganas de hacerlo. 

Lo más importante es que sé donde están las líneas rojas, y sé pararme antes de cruzarlas. Creo que es importante que todos tengamos presentes estas líneas: hay tanta niñas, mujeres y hombres atrapados al otro lado de la línea roja que da miedo pensarlo. Y yo sé que todos ellos se sienten solos, pero no lo están. 

También debemos ser conscientes de que vivimos en una sociedad muy superficial donde obsesionarse con el peso está socialmente aceptado. De hecho, no atacamos el problema hasta que no es evidente porque no lo vemos a causa de toda la cultura de dieta que el consumismo promueve.

Finalmente me gustaría acabar esta entrada animando a todas las personas que tienen problemas con su físico a desnudarse delante del espejo, y sobre todo a aceptar lo que ven, y quererse siempre. Ese es el primer paso para recuperarse. Sólo tú puedes salvarte.

Si alguna vez te sientes solo o necesitas hablar, no dudes en escribirme. Nadie está solo.

Recomendaciones de Netflix: To the bone

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Tuve esta película en cola sin atreverme a verla porque, como tantas otras mujeres y hombres de mi generación, en mi adolescencia tuve un pequeño desorden alimenticio. La verdad es que me ha sorprendido mucho, lo bien escrito que está el guion, lo realista que es, y también lo mucho que me he identificado con la protagonista. Por suerte, como ella, siento que ya tengo la madurez suficiente para ver más allá de los números.

La trama

Nos adentramos al comienzo de la película directamente en la vida de una mujer joven que lleva muchos años sufriendo la anorexia. No vemos las motivaciones que la llevaron a la obsesión con el peso, sino que la vemos de lleno conviviendo con su enfermedad. Vemos a su familia lidiando en la cotidianidad con un trastorno muy difícil de superar, y que afecta a todos.

Ellen tiene 20 años y debería comenzar a vivir su vida, pero la realidad es que vive atrapada en su enfermedad. Sus padres, divorciados, no quieren admitir que están cansados de cuidar a su hija enferma, pero en sus acciones vemos que han decidido ignorar el problema y centrarse en sus propias vidas por un tiempo. Ellen, por su parte, tiene asumido que la anorexia es parte de su vida y se burla de todas las terapias en las que participa.

Pero su familia no puede ignorar más el problema, y decide llevarla a un centro especializado con muy buenas reseñas donde se prueba un método nuevo y muy exitoso. Se trata de una convivencia y la integración de un sistema de puntos con las que recompensan las actitudes que ayudan a la recuperación, sin castigar o marginar a quienes necesitan más tiempo para recuperarse.

Básicamente los someten a un aislamiento del que sólo pueden salir recuperándose; y para ello deben decidir cambiar sus hábitos. Allí conocerá a varias personas más con problemas alimenticios, y convivirá con ellos hasta conocerlos mejor. Mientras tanto y sin darse cuenta, se conocerá mejor a sí misma.

Análisis

Personalmente, al principio no le veía mucha chicha al personaje del doctor que lleva la clínica, ni entendía qué había de diferente entre los métodos de recuperación que salen al comienzo de la cinta y el que practica al propio doctor. Sin embargo, tras reflexionar un tiempo me doy cuenta de que el método que emplean en la casa tiene varias claves importantes.

La primera, la convivencia con otras personas que viven lo mismo que tú. La protagonista, con el tiempo, va viviendo las miserias y desgracias de sus compañeras como propias, y de la misma forma ve como propios sus éxitos. Aunque lleva su escudo puesto y hace difícil a los demás conocerla, al final se trata de tener roce con alguien y sentirse querido, que perteneces a un sitio, para que la autoestima suba y nos sintamos mejor con nosotros mismos.

La segunda clave son las sesiones con el doctor. No se trata de edulcorar la vida para convencernos de que todo está bien, si no de asumir que las cosas son como son y tener fuerza suficiente para seguir nadando en el río de mierda en que el que se ha convertido nuestra vida.

En esta película vemos a la protagonista intentar una y otra vez conectar consigo misma, y sus fracasos la llevan un paso más lejos de la recuperación. En última instancia lo que ella busca no es una palabra cariñosa o una mentira piadosa: ella vive en un infierno particular donde ella misma es su peor verdugo.

Lo que la protagonista de esta cinta parece estar buscando es el perdón: y lo peor es que no es capaz de poner nombre a todas las acciones o hechos de los que se arrepiente y no sabe cómo salir. Es como si en algún punto de su vida que ella ya no recuerda tomara una mala curva y se saliese de su ruta, y desde entonces todo lo que haya hecho se hubiera añadido a la lista de cosas por las que es un mal ser humano. Ellen busca la paz consigo misma sin encontrarla.

Se me ocurren mil formas de perderse en ese y otros miles de caminos sin encontrar la paz. Por eso creo que su lucha interna es una lucha universal que todos vivimos en mayor o menor medida, con diferentes "castigos" u obsesiones.

Alerta Spoiler

Ellen en el clímax de la película parece un caso perdido por completo, y ahí es donde entra el último y arriesgado método del doctor: dejarla alcanzar el fondo. Sólo llegando al fondo podemos dar la patada en el suelo para subir, pero lo cierto es que Ellen llega al fondo con tan poca fuerza que yo temía por su vida.

Por suerte, y gracias a todas las personas que han estado ahí para ella a lo largo del camino, Ellen despierta y entiende que su vida es suya, y nadie más puede vivir el trauma de su existencia por ella. Ellen piensa en todas las personas que están esperándola, y decide finalmente recuperarse. Ya lo ha intentado otras veces, pero en esta ocasión el espectador sabe que lo va a conseguir porque puede ver el brillo en sus ojos cuando toma la decisión.

En resumen

Una historia muy bien contada y muy realista que da luz sobre la horrible cotidianidad de una enfermedad muy común, a la vez que nos muestra el camino hacia una recuperación que siempre es posible. Mientras haya vida, hay esperanza.

Hereditary

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Hace ya varias semanas que vi esta película, y a diferencia de lo que hago normalmente, no quería escribir sobre ella inmediatamente después. Hereditary es una película que tiene que asentarse en tu mente, echar raíces, y sobre todo es una película que requiere reflexión. Leí varios artículos sobre la trama, y aún a día de hoy no me queda claro qué tipo de maldición cayó sobre esta familia.

La trama

La protagonista de esta película es una madre de familia sobre la que recae gravemente la sombra de su madre, recientemente fallecida. La relación entre madre e hija había sido una complicada, llena de altos y bajos que parece que se suavizó al final, cuando la primera se encontraba cerca de la muerte. Nada más comenzar la película, nos encontramos a una madre de familia aparentemente dividida en sus sentimientos: entre la pena de haber perdido una madre, el alivio de acabar una guerra y el arrepentimiento por acciones pasadas.

 Con esta escena empieza lo que para mí iba a ser una película sobre un fantasma que acecha a la familia desde dentro de su enorme y oscura casa centenaria. No podía estar más lejos de la realidad.
Las relaciones de la protagonista y sus hijos se tensan, y comienzan a salir a la luz hechos del pasado que nos presentan sombras y dudas sobre la propia protagonista. Un hecho terrible cae sobre la familia y desde aquí comienza la locura: ni los protagonistas ni el propio espectador entiende lo que está pasando. No hasta que es demasiado tarde.

Análisis

En el fondo, sí podemos decir que es una historia de fantasmas, aunque no sabría decir si es o no un fantasma real. Un enfermedad mental, o quizá podredumbre del alma, que está en los orígenes de esta familia y que se transmite de generación en generación. Una sombra oscura que nos acecha y es a la vez parte de nosotros, escondida debajo de nuestras narices; tan cerca de nosotros que ya nos hemos acostumbrado a su olor y no la percibimos. No se me ocurre mejor metáfora de los traumas familiares.


Alerta Spoiler

¿O quizá es todo fruto de la esquizofrenia incipiente de la protagonista? Llega un punto en que las imágenes son tan horribles que empiezas a pensar que te has quedado atrapada en la mente de una persona desequilibrada. Las escenas finales son tan malévolas que llegó un momento en que dejé de rogar por la seguridad del protagonista y empecé a pedir que recibiera una muerte rápida y limpia.

Lo peor fue cuando llegó en final de la cinta, y empecé a atar los cabos que el director había ido dejando sueltos a lo largo de la película. Me llevó un buen rato y varios artículos encontrarlos todos. Seguramente me perdí muchos. Cuando al fin me hice una imagen de la clase de rito satánico tan horrible y retorcido, me convencí de que era mejor que la película fuera fruto de los delirios de una enferma.

En resumen

Me encantan las historias de terror y miedo, pero de siempre me da un poco de rabia ver películas basadas en el miedo puro, el instinto de supervivencia del espectador. Esas que basan toda la trama en ambientes oscuros y silenciosos que son de pronto rotos con momentos de violencia calculada. Deesas pelis que sólo puedes ver una vez. Esta no es una de esas películas.

Hereditary me tuvo en tensión desde el minuto uno hasta el final, y me mantuvo pensativa muchas horas después de verla. Su trama es tan compleja como macabra, y eso es lo que hace que esta sea una película magnífica.

Deadpool 2

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Esto de llevar una vida adulta mientras escribes y sueñas con no llevar una vida adulta consume mucho tiempo, por lo que no he podido llegar a tiempo a mi cita con mi superhéroe favorito: Deadpool. Lo mejor es que gracias a ello he podido verla en versión original, y la verdad es que el personaje gana mucho.

Trama

Hombre con súper-poderes y sin escrúpulos se encuentra de pronto en una situación en la que todo se la suda mucho más de la cuenta y entra en una vorágine de violencia auto-destructiva que lo lleva al borde del abismo. Por el camino se cruzará con otros personajes que le ayudarán a darse cuenta de que siempre hay un futuro al que aspirar, y que le ayudan a ponerse en pie de nuevo.

Análisis

No es una película hecha para grandes intelectos, pero está llena de hostias como panes y verdades como puños. La desvergonzonería del personaje principal te hace reír desde el minuto uno hasta el final, y la violencia constante y gamberra hace que te olvides del significado de la sangre y simplemente te sorprendas de la imaginación que derrochan los guionistas al presentar diferentes formas absurdas de hacerse daño.


Alerta Spoiler

Deadpool sigue siendo el hombre deprimido y lamentable que todos los héroes llevan dentro, y su actitud macarra no es más que una coraza para ocultar que en realidad es muy vulnerable, tal y como vemos en esta película. Sólo hace falta una bala, la que acaba con la vida de su mujer, para hacer pedazos su existencia y que se vea más perdido de lo que ha estado nunca.

Es un poco cliché eso de usar la pérdida de seres queridos como motor de la miseria del protagonista, igual que usar el recuerdo constante y la esperanza de llegar a la paz con ellos como única motivación, pero tampoco vamos a pedirle a la película mayor profundidad de lo que requiere. Al final hay una especie de moraleja, creo, y el propio protagonista hace chascarrillos sobre las lagunas que presentan los guiones de este tipo de películas.

El resumen

Especialmente para mí, que le estoy cogiendo tirria a las pelis de superhéroes gracias a la moda friki (a la que mi marido lleva abonado desde el 84), es una forma muy sana de reírse del género y disfrutar de un poco de violencia por la violencia, sin pretensiones moralistas.

Lo mejor

El personaje de Domino. ¡Es la más chula del barrio y lo sabe!

Lo peor

El recurso de su mujer como único punto de bondad en el personaje. La película entera se basa en cliché, pero ese me molesta especialmente. Supongo que simplemente creo que es hora de darle otro tipo de papeles a las mujeres, y otro tipo de profundidad a los personajes masculinos.

¡Esfuerzo máximo!

Harry Potter y la piedra filosofal 20 años después

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Hace un par de semanas paseaba por la tienda Fnac y me topé con una maravilla: una preciosa edición de la primera novela de JK Rowling en una edición muy especial de veinte aniversario. La podéis encontrar encuadernada con los colores de las cuatro casas de Howards, y todas incluyen información extra sobre las características de cada casa y su historia. La única pega: que sólo la podéis encontrar en inglés. Por otra parte, es una buena práctica para aquellos que quieran empezar a leer en inglés.Yo, por supuesto, me compré la de Gryffindor. 

Recuerdo perfectamente cuando leí este libro por primera vez. Estaba en ese momento de mi vida cuando tenía que demostrar lo mayor e independiente que era, por lo que me negaba a caer en la moda del momento. Sólo consentí leerlo cuando me lo sugirió un compañero de clase que, por supuesto, me gustaba mucho en aquella época. Me bebí este y los dos libros siguientes en pocas semanas, y me sentí profundamente decepcionada cuando me dijeron que aún no había salido el siguiente.

Harry Potter fue mi primer profesor de inglés: desde que salió el cuarto libro y hasta que la saga terminó se me podía ver en las cafeterías, la piscina, la playa y hasta en el parque con mi libraco de Harry Potter, mi diccionario de inglés y mi libretita para apuntar el vocabulario. Con Rowling me quité los ruedines lingüísticos: leyendo el último libro y por primera vez sin ayuda de diccionario. Durante semanas tuve el último libro sobre mi mesilla, con las últimas cincuenta páginas sin leer. Tenía miedo de que la magia se acabara con la saga.

Aún recuerdo lo enfadada que estuve con la autora durante semanas, meses, porque el libro no terminó como yo lo hubiera acabado. Me vi todas las películas en el cine (desde la cuarta), por supuesto, pero ninguna me satisfizo ni la quinta parte de lo que lo hicieran los libros en el pasado. Me encantaba hablar de la trama y los personajes con cualquiera al que le interesaba, pero juzgaba e imponía mi opinión snob sobre aquellos que opinaban sólo de haber visto las películas. Harry Potter marcó una etapa de mi vida, y sin duda una etapa de la historia de la literatura. Cuando terminé el máster tuve que renunciar a hacer el trabajo sobre ello dada la gran cantidad de trabajos académicos que ya existían sobre el tema, de muy diversa índole e intereses.

A día de hoy, unos 15 años después de mi primera lectura, me he sentado con una sonrisa en los labios a revivir la magia de Howards, y me he sorprendido aprendiendo más cosas. JK Rowling nunca dejará de enseñarme cosas mientras viva. Lo que más he notado re-leyendo Harry Potter es lo mucho que he crecido. He seguido maravillándome del mundo que Rowling crea y describe con tanta maestría, pero esta vez desde una perspectiva diferente. Desde el punto de vista literario, saco estas lecciones de mi segunda lectura de Harry Potter y la piedra filosofal.

1. Menos es más

Las descripciones deben centrarse en los elementos protagonistas, dar pinceladas claves que dejen una impresión en el lector sin aburrirlo en los detalles. Por ejemplo, la simple comparación de la cicatriz con un rayo. No queda nada que explicar: el lector tiene la imagen clara en su mente.

2. Nada pasa por casualidad 

Esto es un elemento básico que siempre nos dicen pero que no siempre sabemos seguir los escritores. Todos los personajes juegan un papel en la historia, esté o no claro eso para el lector; y todas las acciones ayudan a la trama a llegar al final de la historia.

Por ejemplo, la historia de Hagrid y el dragón, que parece una subtrama casi de alivio cómico, resulta tener un papel esencial para el progreso de la trama. El desconocido que da a Hagrid el huevo resulta ser el mismo desconocido que quiere colarse en la escuela, y lo que pretende es sacarle la información sobre cómo pasar por la prueba del perro de tres cabezas.

3. Está bien engañar al lector

No es necesario crear una mentira elaborada y extensa, basta con señalarles en la dirección incorrecta de vez en cuando. Basta con mostrar sólo el lado de un personaje y dejar que el lector haga su propio juicio de valor, contarle sólo la mitad de  una historia, o expresar los prejuicios de un personaje en voz alta de manera que parezcan la verdad sobre la que todos los personajes se desarrollan.

Hay decenas de ejemplos en las novelas de Harry Potter. De esta primera, podemos destacar cómo Harry piensa que el malo es Snape simplemente porque no es amable con él. Todo lo que ve desde que decide que es él lleva al lector a pensar que es así.

4. El mejor lugar para esconder algo es a la vista

Mi regla favorita para esconder los regalos de cumpleaños, que a menudo dejo rodando por la casa metidos en bolsas. En la escritura, sin embargo, es mucho más difícil de hacer.

Coge un detalle, una acción o un personaje, y pásalo por delante de las narices de los ojos del lector sin darle más importancia. Mantén ese elemento de fondo, sin intentar darle más importancia de la que aparentemente tiene, y finalmente vuelve rápidamente a él, mostrando su verdadero significado. Si lo hacemos bien, no necesitaremos siquiera escribirlo: el lector lo inferirá solo. Para evitar ser obvios y que nos descubran antes de tiempo, es bueno mostrar varias pistas falsas a lo largo de la trama. Por eso decimos que nada, por muy insignificante que sea, pasa porque sí en una novela.

El ejemplo más evidente es el turbante del profesor Quirrel, que aparece casi en el primer momento en que Harry conoce el mundo de los magos, y tras el cual se esconde el espíritu de Voldemort.

5. Se puede partir de personajes planos y darle profundidad

Es bueno que existan todas estas reglas no escrita que se basan en la tradición literaria. Los protagonistas, los antagonistas, los personajes secundarios, los motivos literarios... son conexiones rápidas con el espectador. Un lector abre una novela del género fantástico, y sabe de antemano qué concesiones debe darle al autor en ciertas materias; concesiones que cambian por completo en una novela negra, o una romántica. A menudo los escritores queremos reinventar las reglas de la literatura, muchos lo consiguen, pero es ir contra la naturaleza literaria hacerlo partiendo desde cero convenciones. Podemos perfectamente partir desde un tópico literario, o un personaje arquetipo, e ir moldeando el personaje y la historia a nuestra manera, moldeando el molde a la vez que creamos nuestro propio universo.

Magnífico ejemplo es el personaje de Hermine Granger. En su primera escena ya sabemos cómo es físicamente y cuál va a ser el tono que lleve toda la novela: es el Pepito Grillo de la historia. Sin embargo, conforme va interactuando con el protagonista y el co-protagonista, vas viendo cambios en su forma de actuar que hacen que adquiera un valor diferente. Es más, sus palabras y sus acciones tienen un efecto muy concreto en las del protagonista, llegando a ser ella la heroína en muchas ocasiones.

6. Hasta los grandes tienen flecos

A lo mejor no he entendido bien la parte donde he visto el pequeño fallo, porque era ya muy tarde (me gusta leer antes de dormir, y como consecuencia duermo poco). Pero es cierto que he visto una acción-reacción que no termina de encajarme en la novela. Cuando Harry visita de nuevo a Hagrid para preguntarle por el desconocido que le dio el huevo de dragón -ya sospechando que se trataba de Snape- este de pronto recuerda que le dio la clave para superar la prueba del perro de tres cabezas. No es hasta que Harry es consciente de que "Snape" sabe cómo atravesar la trampilla que el perro está guardando que el malo de la historia consigue finalmente atravesarla. Entonces tuve que parar y preguntarme "¿ha tenido literalmente meses para pasar, pero hasta que Harry no lo descubre y corre a impedirlo no lo hace?". ¿Qué me estoy perdiendo? ¿Lo ha intentado antes sin éxito?: tres alumnos de primer año lo han conseguido en su primer intento.

Además, en la sala de las llaves los tres se montan en escobas: lo cual es muy considerado de parte de los magos que crearon los retos; pensar en puedan ir a robar la piedra filosofal en equipo.

De cualquier forma, hay miles de detalles que no se le cuentan al lector y que hacen posible que eso sea así. Puede que el malo estuviera intentando descubrir la resolución de "todas" las pruebas antes de intentarlo, puede que nunca viera el momento porque el pasillo estuviera siempre vigilado... Lo importante es que, aunque en ese momento me sonara forzado, es posible, es verosímil. Las casualidades también se dan en los mundos ficticios: es trabajo del creador no abusar de ellas.

En general, ha sido un placer volver a leer esta novela. No puedo esperar a que salga la segunda en junio para repetir este experimento.