Trabajo en progreso: El Contrato

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Es posible que a muy pocos os resulte de interés, pero me gusta compartir en lo que estoy trabajando. Por una parte, para haceros saber que, aunque podáis sentir poca actividad por mi parte en las redes sociales, este proyecto forma parte de mi vida diaria, e implica compromiso constante con mi trabajo. Por otra parte, es una forma de comprometerme públicamente a terminar lo que comienzo, y sobre todo, a ponerme metas.

Esta historia se me ocurrió en 2014 como parte de un trabajo de literatura creativa, y aunque llevo pocos capítulos escritos, creo que va a ser de lo mejor que haya escrito hasta la fecha. 

Sinopsis

En un mundo decadente donde hemos destrozado la naturaleza hasta el borde de nuestra propia extinción, las mejoras tecnológicas promocionadas por grandes compañías son la única esperanza para la supervivencia de la raza humana. 

Gracias a los avances tecnológicos, los seres humanos tienen capacidades nunca antes vistas, además de una resistencia biológica a muchas enfermedades terminales que alargan la esperanza de vida hasta límites insospechados. Para tener todas esas ventajas a tu disposición, sólo tienes que mostrar compromiso: firmar un contrato. 

El mundo está dividido entre los que firman y los que no, y la lucha de clases se intensifica en torno a la moralidad de las cláusulas de dicho contrato, así como las injusticias que se comenten en su nombre. 

En este contexto, nace el primer miembro de la siguiente generación, y que sin estar planeado creará un puente entre las diferentes clases sociales que llevarán la sociedad y todo el sistema al siguiente nivel evolutivo. ¿Qué cambios implicarán esa evolución? ¿Estarán todos los miembros de la sociedad incluidos en el nuevo sistema? ¿Qué implicaciones medioambientales tendrá?

Esas preguntas, querido lector, están aún en el aire, pues sus respuestas son meros delirios en mi mente. Pero tranquilos, que poco a poco, con esfuerzo, estoy dándole forma sobre el papel en blanco. 

Extracto

Víktor mira fijamente los ojos morados de Mónika mientras le da el primer bocado al plato especial que le ha preparado. Llevan un tiempo saliendo y teniendo relaciones, pero es la primera vez que la chica consiente meterlo en su casa. Ha mostrado muchas veces ser extremadamente reservada en el ámbito privado. Ella tiene las pupilas fijas, sumida en la Nube, igualmente sus labios dejan entrever una reacción. Víktor sonríe. 

—¿Has averiguado ya el ingrediente secreto?
—¿Qué crees que estoy haciendo conectada? —Ambos se ríen, y él aprovecha el momento para tomarla de la mano. Ella ya le ha contado sus reservas sobre entrar en una relación demasiado seria en este momento de su vida. Necesita centrarse en su carrera. Mónika fija su mirada en Víktor al fin. —Vale, me rindo. 
—Azafrán. —Ella estalla en una risa bravucona y adorable. 
—¡No me lo creo! Sé de sobras a qué sabe el azafrán. —Toma otro bocado, esta vez concentrada en los sabores, con los ojos cerrados. Él coge su tenedor y prueba un bocado él mismo. —¿Por qué me sabe tan diferente?
—Porque es azafrán de verdad: cultivado en la Tierra por un grupo de naturales en el Distrito 6 de Chemical Technologies. 
—¡Qué parva de hippies! —El tono de Mónika es de desaprobación, pero sonríe mientras toma otro bocado del arroz salvaje que Víktor le ha preparado. —¿Cómo te enteraste de que existía un cultivo de azafrán natural en un distrito perdido de Chemical Technologies? Es con diferencia la peor compañía en la que comprar. Les llevamos años de ventaja. 
—Pues me enteré por una publicidad. —Mónika tuerce el gesto con sorna, lo cual le obliga a explicar ese comentario. —Me suscribí a un canal de cocina, ¿vale? No me mires así. Sé de sobras lo que estás pensando en este momento. —Mónika extiende los brazos en son de paz, divertida, y acto seguido remata el plato. Comienza a hablar casi en el mismo instante, con la boca llena. Víktor puede ver en sus ojos que le va a dar un discursito de superioridad. 
—No te juzgo, ¿vale? Sólo me soprende un poco. Es decir, el abogado que tejió el entramado publicitario del Distrito 51 de Biotek paga por un servicio publicitario-
—Que te lleva a probar el mejor plato de arroz que has comido… probablemente en tu vida. ¿Estamos de acuerdo hasta ahí? —Mónika asiente aún con la boca llena. —Además, técnicamente no es de pago, sólo he accedido a una permanencia en la suscripción de dos meses. No es para tanto. 
—Me resulta más caro que dos meses de Contrato. Se ve que tenías muchas ganas de cocinar para mí. —El silencio se hace un minuto mientras se miran a los ojos. —Desde luego, a mí me ha valido la pena. —Ella le pasa la mano tras el cuello y lo atrae para sí para darle un beso corto y tierno. —Pásame el enlace, que te quito de la lista mañana en el trabajo. No voy a dejar que sufras dos meses de publicidad por invitarme a cenar. 

Ambos sonríen con la mirada puesta en el infinito un instante. La dirección entra en el Buzón de Mónika al instante, y ella marca el mensaje con las etiquetas “importante”, “publicidad” y “baja” antes de mandarlo a la lista de prioridades para mañana. Luego vuelven de nuevo a su ser, pero Mónika se queda unos segundos en sus pensamientos. 

—Es curioso —dice ella al fin— porque ayer mismo hablábamos de algo parecido durante el briefing con el equipo de marketing. Cómo hemos evolucionado hasta el punto en el que no tener publicidad es el negocio, y nuestro negocio original está empezando a sufrir las consecuencias. Necesitamos darle la vuelta sin caer en las chorradas de suscripciones y tal, porque tienen muy poco éxito. 
—No te sigo. —Víktor se levanta a preparar la ensalada de mar y viento que hay de segundo. Escucha a Mónika desde la barra de la cocina. Ella se descalza y estira las piernas sobre el elegante sofá blanco mientras le explica. 
—Empecemos por el principio. Una magnífica y brillante programadora descubre la forma de descifrar el lenguaje del pensamiento, linealizarlo y almacenarlo como cualquier otro dato. Fonemas, luego grafemas, imágenes y sonidos, luego texturas, olores y sabores. Es decir, una vez tienes el código es como cualquier lenguaje de programación: tu imaginación es el límite. —Víktor asiente mientras le lanza un tomate cherri que ella coge al vuelo y muerde. Por supuesto, él ya sabe todo eso que le está contando, todo el mundo lo sabe, pero le encanta el sonido de su voz, así que no la interrumpe. —Gracias a este descubrimiento el almacenaje de datos llega un nuevo nivel, y los humanos, que ya estaban en proceso de fusionarse con las máquinas, pueden hacer la integración completa al no haber problemas de RAM, como en las primeras generaciones. Es decir, podemos meter tantas líneas de procesamiento complejo como necesitemos, porque podemos tirar de almacenamiento externo para todo lo no esencial y usar toooooda la capacidad cerebral para las funciones básicas y las mejoras. ¿La primera comunión de la hija de tu vecino?, a la Nube. ¿Los logaritmos y sus aplicaciones a tu trabajo diario?, memoria interna. Externalizamos recursos no básicos, ampliamos las capacidades ya existentes y tenemos súperhumanos: los ya conocidos como biónicos. Nace el maravilloso Contrato que todos los afortunados de este mundo hemos firmado y nuestra primerísima línea de negocio: las cuotas de almacenamiento externo. 
—Es increíble que ya haga 150 años de aquello. ¿Recuerdas la gala del centenario? 
—¡Por supuesto que recuerdo la cena en la que nos conocidos! Podríamos verla después de cenar, si quieres. ¿Ves? ¡El nacimiento de una nueva era! ¡Todo por descifrar un código que nadie pensaba si quiera que fuera posible descifrar! Lo cual nos lleva a nuestra segunda línea de negocio: la publicidad. Y por supuesto ahí tengo que dar las gracias a tu gremio por los avances legales que posibilitaron la inclusión de pensamientos ajenos en sujetos previa autorización. 
—Hey, los abogados sólo buscamos agujeros en las leyes, es gracias a nuestro desastroso sistema democrático que esos agujeros existen. —Víktor se sienta en el suelo y pone la ensalada en la mesa baja frente a Mónika, que se incorpora. Tiene muchas ganas de contarle la historia de cómo nació esa receta y retarla a encontrar el nuevo y caro ingrediente secreto: seis semanas de Contrato. Sin embargo, le encanta verla tan entusiasmada, y la deja comer mientras habla sin explicarle nada.
—La cuestión es que el negocio de la publicidad intracraneal abrió camino a las cuotas por romper las cláusulas de permanencia publicitaria que se firman en el Contrato, y nos hizo mucho más ricos. 
—¿Pero? Deduzco que estamos llegando al fin a la discusión del otro día con los de marketing. 
—¡Pero! —apostilló Mónika sonriendo— las empresas publicitarias están perdiendo dinero. Cada vez sus campañas tienen menos repercusión, y nos exigen una nueva forma para llegar al Consciente o se van a retirar. Muchas de ellas. Han formado una alianza y todo, los muy miedicas. Tengo que encontrar la forma de saltarme el contrato de recisión de publicidad o convencer a los usuarios de que pidan recibir unos consejos que han pagado por no recibir. ¡Es muy complejo! No sabemos qué hacer. Los pringaos que pagan por permanencia sin coste son una minoría… Aunque son muy guapos, todos. —Mónika extiende la mano para hacerle una caricia mientras Víktor se hace el ofendido. —En resumidas cuentas, estamos jodidos. Pero esto está muuuuy rico. 
—¡Me alegro de que te guste! Y a ti te gustará saber que hay, efectivamente, señorita, un ingrediente secreto que debes averiguar. —Mónika se ríe del tono con que Víktor ha dicho esa última frase: suena como una de esas horribles voces de la publicidad intracraneal. Ella levanta un dedo para indicarle que espere, y saborea la ensalada con los ojos cerrados. Víktor se queda pensando en el problema que ella le ha planteado.
—En términos legales, lo que necesitas es una revisión de contrato. Una excusa para modificar cláusulas. Añadiendo un servicio, por ejemplo. —Mónika se queda con el tenedor en el aire. De repente su mirada vuelve a estar fija y sus pupilas inactivas: está buscando algo en la Intranet. —Debe ser algo muy jugoso, o que le haga mucha falta al usuario. Que le haga saltarse la lectura del contrato, o no fijarse demasiado. Bueno, para eso están los publicistas. 
—Creo que lo tengo. —Dice Mónika volviendo en sí. 
—¿Sabes cuál es el ingrediente secreto?
—¡El subconsciente! Muchos científicos y programadores lo han estudiado durante años, y cada año incrementa el número de personas con terrores nocturnos causados por datos residuales que se almecenan en el subconsciente. A día de hoy ya es una necesidad de la población poner orden en esa parte de su cerebro. 
—Si conseguís una fórmula para tratar el mal de memoria, sin duda podréis ponerle un Contrato nuevo al cliente con las cláusulas que queráis de publicidad. Incluso… me atrevería a decir que podríais insertar ideas en el subconsciente destrangis. Hay muchas lagunas legales: en un buen terreno por explorar. 
—Además, si conseguimos entrar podemos crear miles de servicios asociados: gestión emocional, creación de hábitos, tratamientos contra drogodependencia, obsesiones… ¡Es una mina de oro!
—¿Y crees que podrías abrir ese camino? Me refiero a técnicamente. ¿Puedes programarlo? —Mónika sonríe mientras se vuelve a meter en la Intranet. 
—Sola no, pero conozco a unos cuantos compañeros que podrían ayudarme a llegar ahí. Claro que hay muchas personas que han pensado en entrar, pero no han conseguido financiación. No han sabido venderlo como yo lo voy a vender. ¿Me ayudarás con la parte legal y financiera?
—¡Por supuesto! Este podría ser tu salto final a la planta 50. —Mónika sonríe mientras saca un teclado de debajo de la mesa y lo echa sobre sus rodillas. Escribe frenéticamente con la mirada fija de nuevo. 
—Víktor, me sabe fatal, pero ya he encontrado un código candidato a ser el core de mi programa, y dos de los mejores programadores de Biotek ya me han contestado que quieren comenzar a trabajar en esto hoy mismo. —Víktor comienza a ponerse los zapatos y va a por su chaqueta. No quiere que se le note la decepción en la cara: la ve tan contenta. 
—Lo entiendo perfectamente. Me alegra haberte podido ayudar. —Comienza a caminar hacia la puerta con la chaqueta en la mano. —¡Hey! ¿Recuerdas aquella noche en la que se te ocurrió la mejor idea de tu carrera mientras comías una ensalada deliciosa cuyos todos ingredientes no conocías? —Mónika se desconecta unos segundos sólo para sonreírle. 

—¡Comino! —Le grita justo antes de cerrar la puerta. Víktor se ríe tras la puerta ya cerrada. Le manda un mensaje por el Chat Directo: “Frío frío”.  

Fecha de lanzamiento

Noviembre 2019

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