Otra reflexión absurda
La vida es un examen para el que ninguno de nosotros está preparado. Hacemos lo que podemos pero nunca es suficiente.
Algunos afortunados se quedan contentos con sus respuestas. Las escriben en orden y a tiempo y pueden permitirse el lujo de esperar pacientemente a que pasen los últimos minutos mientras repasan mentalmente todo lo dicho.
La mayoría nos quedamos sin tiempo a mitad de examen y lo entregamos sabiendo que fue no fue suficiente.
Lo más miserable son conscientes de que no se saben ninguna respuesta, y cada golpe de segundero les apuñala como una tortura inacabable.
Los más desgraciados de todos creen que se lo saben todo, y justo un segundo después de entregar caen en la cuenta de su error. Sin tiempo para cambiar lo que hicieron, sólo les quedan los remordimientos.
Sea una mala consciencia, la frustración que nos provoca no saber algo, o la tristeza derivada de las acciones que no nos dio tiempo a cometer; todos los seres humanos vivimos en una especie de cárcel. Una celda hecha con nuestros propios huesos.
Tal vez la vida no sea un examen. A lo mejor se parece más a una obra de teatro: para triunfar hay que romperse una pierna.
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