Creía que por fin me había integrado en el mundo, y que ya no necesitaba estas notas desesperadas para recuperar el equilibrio. Que ya jamás volverían esa ira irracional y ese hastío interminable que me hace aborrecer al género humano.
Y sin embargo han vuelto. Han vuelto y me han hecho volver, como un vulgar borracho reincidente, a la terapia de escritos llenos de amargura y sinsentido.
Vuelvo a dejar mis mensajes insignificantes en las bravas olas en las que navega el mundo hoy. Y el mar me abraza, porque siempre acogió bien la mierda. Y yo me siento aliviada.
Sé que ésto no cambia nada. Seguiré siendo una histérica irascible, y nadie que lea ésto aprenderá una leche de ello. Pero para mí sí marca una diferencia.
Estas entradas me previenen de volverme loca; y mientras quien me lea aquí verá la cara oscura de mi ser, quien me conozca no podrá creer que toda esta bazofia salga de mis dedos, "con lo dulce y simpática que soy". Yo no puedo quedarme todo esto dentro, me mataría. Por eso lo vomito al mar.Soy mi peor enemigo, y soy consciente de ello: el hombre es un lobo para el hombre. Bestia y cazadora en una misma persona, respiro hondo y finjo que soy normal.
Tanto rollo para decir que estoy de muy mala leche porque no soporto la Semana Santa y soy de Sevilla. No es algo que debas decir mucho en voz alta por aquí. Todos los capillitas, nazarenos y meapilas varios te miran con una mezcla de miedo y asco preparando el eterno discurso de la "tolerancia": habla la religión más extendida en España y que se permite el lujo de cerrar sus puertas a una importante parte de la población en base a un sistema de valores anquilosado y corrupto.
No te dicen que sean mejor que tú, pero lo piensan. Puedes verlo en sus ojos mientras se dan golpes en el pecho de rabia porque el cielo le ha dado una tregua a la sequía de los campos. Tu virgen no sale este año. Tu virgen no tiene que pensar si habrá verdeo este año o no. La esperaste un año entero y no llegó. Qué pena te dio. Qué triste se quedó el jornalero que sólo tuvo un mes de verdeo porque no cayó una puta gota de lluvia en marzo.
Lo importante es que la virgen salga. Que el mundo vea el esplendor del pathos católico sevillano, gran conocedor de la fé y experto pregonero del dolor añejo. Las heridas frescas no le duelen porque no están en la talla de madera.
Quizá sea que estoy un poco estresada porque se avecinan grandes e importantes cambios en mi vida. Me da miedo fracasar: que no me salga, o que salga mal, o que salga bien y algo me impida disfrutarlo. No sé por qué, eso es lo que más miedo me da de todo.
En los últimos dos años, al llegar una fecha concreta del año alguien ha muerto. Este año esa fecha coincide con el momento en el que tengo que coger un avión sin billete de vuelta.
Pueden pasar tantas cosas. Van a pasar tantas cosas.
Y lo único que me da miedo es no saber cuáles de todas las posibilidades se van a cumplir...
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