Te voy a contar un secreto

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Es curioso como a veces las cosas que más nos importan son las que menos tenemos en cuenta, en las que menos pensamos. Hoy, mientras cocinaba sola, me ha venido a la mente una de esas cosas, y por primera vez en mucho tiempo lo he entendido.

A veces, muy de cuando en cuando, me acuerdo de ti. No de tu cara, ni de tu forma de hablar, ni de lo que te gustaba y lo que no. Eso lo he olvidado, era muy pequeña. Siempre recuerdo lo mismo. El último día que recuerdo haberte visto. Es posible que te viera después de eso. Es más que probable que no sucediera así, y que ese recuerdo lo haya formado mi imaginación en base a historias que he ido escuchando.

Fui a verte al hospital, aunque a mi madre no le gustaba llevarme. Supongo que el final estaba muy cerca, por eso me llevaron. Recuerdo aquella caja mágica en la que mi hermana desaparecía como un truco de magia. Recuerdo un patio andaluz, y largos pasillos blancos. Recuerdo el silencio.

Yo te enseñé mi juguete. Era una de esas dentaduras a las que les das cuerda y anda. Tú sonreías, creo. No recuerdo bien tu cara. Fue un ratito muy corto, y luego nos fuimos. Después de todas las compras y demás, llegué a mi casa, y quise jugar de nuevo con la dentadura. Ahora me recordaba a ti, porque te había gustado mucho. Pero no funcionaba, la cuerda se atascó, no sé. Antes de averiguarlo perdí la paciencia y la golpeé con el puño. Y ya no volvió a funcionar.

No sé por qué, me sentí como si algo hubiera cambiado. Como si aquel golpe hubiera tenido la última palabra en una decisión muy importante de mi vida, y mi impaciencia hubiera empujado la balanza hacia el lado oscuro. Ya no te volví a ver. Creo. A lo mejor sí te vi pero no lo recuerdo.

Mamá vino después y arregló aquel juguete por mí. Iba un poco raro pero a ratos mordía como antes. Ya no era lo mismo. No era el mismo juguete, ni había diversión en aquello. Los niños somos raros.

Es curioso que sólo recuerde esto, si es que es un recuerdo. Lo más curioso es que siga llorando cuando me acuerdo de ti, aunque ya no sé cómo era tu cara sino por fotos, y no sé de que forma movías la boca y los ojos al hablar, si bien muchos dicen que yo lo hago de manera similar. Sé, por este llanto y este sentimiento de pena, que te quería mucho, y ya no puedo recordar más.

Supongo que la muerte es una tragedia mucho más compleja de lo que presumo. Si has dejado este hueco en mí, que sólo estuve contigo cinco años, ¿cómo le arde el pecho a aquellos que estuvieron contigo toda tu vida? Supongo que la incertidumbre de lo que no conocemos, o lo que no podemos hacer, también forma parte de nuestras vidas y de como somos. Por ello, y por esos cinco años llenos de amor que sólo mi alma recuerda, te doy las gracias, abuela.


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