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El papel en blanco me llama,
quiere que manche su faz
con el veneno de mi alma
que azul y espeso se filtra
para dejar a a la vista
un pensamiento, una idea
o una patraña.

Y su blanca y pura
virginidad
queda así manchada;
como muertos quedaron
los árboles
que lo formaran.
Tan muertos
como la llama incandescente
de la vela apagada.

¿Es éste un arte depravado
o una cosa maravillosa?

Ésta es una cualidad
humana
-terrible y hermosa-
que busca ir donde
nadie ha estado;
y tocar lo que
no ha sido, aún,
inventado.

Es ésta impetuosa necesidad
de la que nace
algo tan esplendoroso
como es el arte:

El arte
-sustancia indefinible-
capricho de los insustanciales;
que quema el subconsciente
del poeta:
una sustancia intangible,
invisible,
que como el oxígeno
le ayuda a respirar.
Y a la vez
le hunde en el
océano profundo
de la incomprensión.
La marginalidad.

¿Podrías tú
vivir con eso?

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