Silencio es la respuesta
a todas mis preguntas,
desde siempre.
No sé por qué me sorprende
o por qué me duele
esta vez.
No sé qué fin tiene
-qué objetivo o empresa-
más que hacerme ver
que la vida es una pregunta
de respuesta inequívoca:
MUERTE/PERECER.
El tiempo,
demócrata impasible,
reparte a todos por igual:
mortaja y olvido-
nada más.
Yo me desenvuelvo
en un vaivén
anárquico y tormentoso
de dudas eternas,
y soy además estúpida
e intento darle la vuelta,
y robar grano a grano
este mezquino reloj de arena:
escuchar atenta y
del frío muro silencioso
arañar respuestas.
Ya desprendidas las uñas
me deshago en gotas de sangre
sobre una oscuridad sólida y queda:
y la muerte que me contempla
toma otro color.
Y sigo arañando
aunque nada obtenga
-VIVIR ES DOLOR- .
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