Mens sana in corpore sano, o mejor dicho: corpore sano, mente callada.

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Ya hace tiempo que no sabéis nada de mí, y es probable que muchos os hayáis olvidado por completo de mi blog y de por qué lo empezasteis a seguir en su momento. Como sabéis, esto para mí es una especie de terapia barata, por lo que a veces (o casi todo el tiempo) hago por aquí lo que me sale de ahí sin pensar en posibles lectores. Pero en el fondo trabajo. Ahora mismo estoy terminando de escribir y revisar el Diario mental de Eve, la segunda parte de Biografía de un vampiro, que también estoy revisando y estarán ambas pronto disponibles de manera gratuita. Tengo en mente una novela de verdad, de la que dejaré algunos capítulos por aquí para que me deis opinión (si os da la gana), pero que si me sale como quiero me gustaría aventurarme a mandarla a que la lea alguien profesional. Aparte de eso, como intuiréis, mi vida es una sucesión de periodos de depresión seguidos de breves instantes de euforia en los que empiezo nuevos proyectos y les doy empujones a otros viejos sin ver nunca un duro por ellos. Es por eso que he decidido volver a mirarme al espejo bien, y ya que estoy cerca de los 30, preocuparme un poco más de mi cuerpo.

Por eso he decidido crear la sección cuerpo y mente, en la que os meto en la cabeza las mierdas hippies que consulto de vez en cuando y que sigo con la esperanza de burlar, ya no la muerte, si no los terribles dolores y agonías de la vejez. Creo que si empiezo a cuidar mi físico ahora, tendré una madurez más sana y mi vejez será un poco menos humillante que la de otras personas. Es probable que me equivoque y acabe en una residencia escuchando a los jóvenes asistentes pelearse por ver quién le cambia los pañales a la vieja de los tatuajes. Incluso en ese caso, todos mis esfuerzos habrán sido una idiotez y eso me proporcionará el sarcasmo cruel vital necesario para actuar de manera cínica mis últimos años de vida (todo eso contando con que no me asesine nadie antes).

Bueno, tras esta verborrea, os cuento mis dos planes para cuidarme de los que voy a dar cuenta por medio de mi blog por si alguien con la misma intención que yo quiere usarlos como "guía". En primer lugar,mi objetivo es llegar a los 30 años siendo vegetariana. Las razones que me han llevado a tomar esta decisión son varias y aburridas, y no las voy a discutir a menos que alguien me toque los ovarios cuestionando las decisiones que tomo sobre mi propio cuerpo. Mi primer paso ha sido evitar pedir platos de carne en restaurantes y sólo comer carne comprada y cocinada por mí o mi familia. Ya me he presentado en alguna barbacoa con hamburguesas vegetales de frijoles negros, y es desternillante ver las reacciones de la gente. En las siguiente semanas dejaré recetas y anécdotas de cómo mi nueva dieta afecta mi vida diaria y las relaciones con la gente que me rodea (que, a pesar de quererme, son un huevo de pesados con juzgar lo que como y lo que no y por qué). Así que si te interesa el tema, o tienes preguntas o consejos, no dudéis en dejarme un comentario, me hará mucha ilusión y seguro que me ayuda.

Por otro lado, tengo un problema con mi pelo. Hace cinco o seis años que lo llevo corto por comodidad y porque me gusta cómo me queda, pero lo cierto que como es normal en mí estoy aburrida de la rutina. Me lo estoy dejando largo, y sólo entonces he recordado por qué empecé a cortarlo. Tengo el pelo tan graso que debo lavarlo todos los días en verano. Ni siquiera los tintes de henna que utilizo me han ayudado a mantener mi pelo totalmente sano. He de decir que los peluqueros, aunque siempre me critican cuando les digo que utilizo un tinte natural, suelen alabar el cuerpo y la textura de mi pelo antes de eso, y algún inocente me pregunta si "mi color es natural, porque es precioso". Luego les digo lo de la henna y me enumeran por enésima vez sus inconvenientes. Por cierto, llevo años usándola y no tiene ningún inconveniente salvo que mancha un montón las toallas (se lava normalmente) y que necesita tres horas para coger bien en el pelo.

Tras mi experiencia con este tinte natural, estuve pensando y me dije: si hay alternativa al tinte químico debe haberla a los champús químicos. Y la hay. ¿Qué tal NO usar champú? Empecé a investigar y encontré muchos testimonios de chicas que han pasado del champú tradicional al bicabornato de sodio y el vinagre, y cuyos pelos están fantásticos ahora. Pues bien, me desgargué una guía (en inglés) de cómo hacerlo, y en eso estoy. A partir de ahora, por si hay algún interesado en este tema, iré dejando en mi diario mi experiencia con el método sin champú (documentos gráficos incluidos).

Nada más, espero que vuestras vidas sean un grato paseo hacia vuestros sueños, y que lleguéis a vuestras metas con prontitud y alegría. ¡Paz!

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